Tomar decisiones basadas en datos se ha convertido en una práctica esencial para las organizaciones que buscan mejorar su desempeño y credibilidad. Sin embargo, el primer paso en cualquier proceso de medición es asegurarse de que lo que se mide realmente importa. Medir por el simple hecho de medir, o elegir indicadores solo porque son fáciles de cuantificar, puede conducir a esfuerzos desperdiciados. La medición requiere tiempo y recursos, por lo tanto, debe centrarse en aspectos clave que aporten verdadero valor a la toma de decisiones.
Las empresas que destacan hoy en día son aquellas que han desarrollado la capacidad de recopilar, analizar y comunicar datos de manera efectiva. Esto no solo las ayuda a identificar oportunidades de crecimiento y mitigar riesgos, sino también a generar confianza entre inversionistas, clientes y la sociedad. Un ejemplo claro es la creciente práctica de publicar informes anuales de sostenibilidad o impacto, donde las empresas comparten avances, fracasos y lecciones aprendidas. Esta transparencia fortalece la rendición de cuentas y muestra un compromiso auténtico con el progreso social y ambiental.
En contraste, muchas decisiones aún se toman basándose en la intuición, la cual ha sido culturalmente idealizada. Figuras como Einstein o Steve Jobs han sido citadas resaltando el valor del “instinto” o del “corazón” como guías. Aunque la intuición puede ser útil para iniciar un camino, no debería ser el fundamento principal en un entorno empresarial. La información basada en datos permite validar, entender y cuantificar esas corazonadas, proporcionando una base más sólida para la acción.
De hecho, estudios han mostrado que las organizaciones altamente orientadas por datos tienen tres veces más probabilidades de reportar mejoras significativas en su proceso de toma de decisiones. Esto se debe a que los datos permiten establecer puntos de referencia claros, evaluar el impacto de las decisiones y eliminar la subjetividad del proceso. Así, las empresas pueden avanzar con mayor confianza en sus estrategias, sabiendo que están respaldadas por evidencia concreta.
Además, tomar decisiones fundamentadas en datos permite a las organizaciones actuar con mayor determinación. Ya sea para lanzar un nuevo producto, redirigir una campaña de marketing o explorar nuevos mercados, el respaldo de datos bien interpretados brinda seguridad. Sin embargo, hay que tener presente que una decisión basada en datos no es infalible. Si los datos fueron mal recolectados o interpretados, el error se trasladará a la decisión. Por eso, es crucial monitorear continuamente el impacto de cada acción empresarial.
En resumen, medir lo que importa no solo ayuda a gestionar mejor los recursos, sino que también fortalece la toma de decisiones, mejora la transparencia y contribuye al crecimiento sostenible. En un mundo cada vez más impulsado por la información, confiar únicamente en la intuición ya no es suficiente. El verdadero poder está en la combinación de experiencia, datos relevantes y la capacidad de adaptarse a los resultados que estos revelan.